domingo, 25 de noviembre de 2012


Lo admito, lo echo de menos. Echo de menos su sonrisa, pero no cualquiera de ellas, esa sonrisa que solo tenia conmigo, solo a veces. Echo de menos su olor impregnado en mi ropa cuando llegaba a casa. Echo de menos la manera en que movía las manos cuando estaba nervioso. Echo de menos tener su nombre escrito en mi muñeca. Echo de menos que me eche de menos. Pero, a estas alturas me pregunto, ¿Se puede echar de menos algo que sigue contigo?
Y es que esa sonrisa no ha vuelto a iluminar mis ojos, desde entonces, en mi ropa solo se distingue el olor de mi perfume, la tranquilidad se asentó en sus manos, y en mi muñeca solo alcanzo a ver el dibujo que forman mis venas.

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