Lo admito, lo echo de menos. Echo de menos su sonrisa, pero no cualquiera de
ellas, esa sonrisa que solo tenia
conmigo, solo a veces. Echo de menos su
olor impregnado en mi ropa
cuando llegaba a casa. Echo de menos la manera en que movía las manos cuando estaba
nervioso. Echo de menos tener su nombre escrito en mi muñeca. Echo de menos que
me eche de menos. Pero, a estas alturas
me pregunto, ¿Se puede echar de menos algo que sigue contigo?
Y es que esa sonrisa no ha vuelto a iluminar mis ojos, desde entonces, en mi ropa solo se distingue el olor de mi perfume, la tranquilidad se asentó en sus manos, y en mi muñeca solo alcanzo a ver el dibujo que forman mis venas.
Y es que esa sonrisa no ha vuelto a iluminar mis ojos, desde entonces, en mi ropa solo se distingue el olor de mi perfume, la tranquilidad se asentó en sus manos, y en mi muñeca solo alcanzo a ver el dibujo que forman mis venas.
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