Yo temía a estar sola, hasta que aprendí a quererme a mí
misma. Yo temía fracasar, hasta que comprendí
que únicamente fracaso si no lo intento. Temía a lo que la gente opinara de
mí, hasta que me dí cuenta de que de
todos modos opinarían de mí. Temía al dolor,
pero me dí cuenta que es necesario para crecer, para hacerme fuerte. Temía al ridículo,
hasta que aprendí a reirme de mí
misma. Pero sobre todas las cosas temía
al pasado. Hasta que comprendí que no podía herirme más, que sólo puede
regresar en forma de recuerdos, por lo tanto, el pasado se va. Se recuerda,
te hace daño, pero el pasado siempre acaba lléndose.
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